martes, 13 de mayo de 2008

ANDAR Y ANDAR A TRAVÉS DEL XVII

Palacio de los Marqueses de Jabalquinto en Biarritz

Antonio García Sanz.

I. CUANTO MÁS NOS CONOZCAMOS MÁS NOS AMAREMOS

Conocida es por muchos, la historia de Jabalquinto en general, gracias a los distintos trabajos que sobre la misma se han venido elaborando y publicando a través de particulares y grupos de trabajo, apoyados por instituciones públicas o privadas. De esta forma, el sempiterno interés por dar a conocer lo descubierto, en el caso que nos ocupa, nuestra propia historia, pudo hacerse realidad.

Fue el historiador local Mateo Francisco de Rivas y Soriano, miembro numerario, en su tiempo, de la Real Academia de la Historia, quien de su puño y letra redactó, hacia 1796, una memoria histórica de la villa y marquesado, que corregida en 1816, se conserva hoy en la biblioteca de la citada academia, y que a través de mi entrañable amiga Encarnación Sánchez García llegó hasta mi en el verano de 1986.

Este manuscrito ha sido la principal fuente de investigación de la que nos hemos servido todos los que en alguna ocasión nos atrevimos a ejercer de historiadores.

La segunda fuente, es el archivo parroquial de la iglesia de la Encarnación, bien conservado y casi completo, a pesar de que en alguna ocasión, y con el beneplácito del párroco de turno salieron de él algunos ejemplares de bautismos, desposorios y sepelios para ser estudiados y que aún no han sido devueltos.


II. DELINQUIR PARA SUBSISTIR.

La crisis y decadencia que se sufre en la España del XVII, política, económica y demográficamente como consecuencia de la debilidad monárquica de la época y de las diversas guerras sostenidas económicamente con el oro y la plata importados de las indias, también se deja sentir en la villa y marquesado de Jabalquinto.

A fines del siglo XVI, Felipe III, concedió licencia a D. Manuel de Benavides para que pudiera plantar olivares y viñas en la “Vega del barco”. El prestigioso profesor e historiador Domínguez Ortiz opina que estos repartos eran normales y el objetivo de los mismos era proporcionar a los campesinos la estabilidad que deseaban y necesitaban. Sin duda dichas medidas hubieron de dar el resultado previsto ya que aumentaron de forma considerable los habitantes del pueblo. Quinientos cincuenta y tres eran los habitantes de Jabalquinto en la década de los noventa del siglo XVI, mientras que en la misma década del siglo que nos ocupa eran ya algo más de mil.

Eran frecuentes por entonces los robos de madera en “las matanzas”, la tala indiscriminada de encinas en los montes que circundaban el núcleo urbano y la caza furtiva con trampas y cepos en el coto de los marqueses por parte de la vecindad para poder proporcionar a sus familias haberes y alimento, siendo perseguidos por la guardia del marquesado que por entonces andaban sobrecargados de trabajo.

En el 1.626, el señor marqués reunió al concejo para reorganizar los arrendamientos y aprovechamientos agropecuarios. Un par de años después mandó la elaboración de un nuevo padrón de vecinos para mayor control de los habitantes y se ponía en cultivo la “Dehesa de los Ejidos”. Para un mejor control de las rentas se procedió a la medición y amojonamiento de todas las tierras labradas.

La mitad de siglo trajo consigo una gran mortandad en el pueblo, aprovechando el marquesado esta circunstancia para comprar fincas, principalmente de olivar. En aquellos difíciles años se mejoró de forma extraordinaria el control de las rentas y de los propios labradores y se redactaron las primeras relaciones de ingresos del marquesado.

III. SEÑORAS Y SEÑORES.

Manuel de Benavides III (1574-1617)

El tercer Manuel contrajo matrimonio con Dña. Catalina de Rojas y Sandoval, nieta del marqués de Denia y sobrina del arzobispo de Toledo. Participó en la batalla de Lepanto junto a D. Miguel de Cervantes y Saavedra, autor del “Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” del cual celebramos ahora el IV centenario.

Este guerrero señor entró con sus vasallos jabalquinteños en el reino de Portugal para intervenir en su conquista. Pleiteó por el cortijo de Torrubia con su madre y hermanas, con algunos vecinos de Mengibar y también con los canónigos de Baeza. D. Manuel compró muchas tierras a los labradores libres de Jabalquinto y de Linares. En Granada donde también residió junto con su esposa compró muchas telas y ropas. Con él se consolidó el definitivo término municipal mediante la adquisición del cortijo de Gorgojí.

Juan Francisco de Benavides III (1617-1636)

Con Felipe IV como testigo, casó el segundo marqués de Jabalquinto con su sobrina Isabel de la Cueva en el 1622. Los escasos veinte años que D. Juan Francisco disfrutó del marquesado fueron de una intensa crisis económica. Entre las numerosas compras de joyas y los múltiples pleitos tanto con propios como con ajenos, llevaron a una parcial quiebra al marqués. Hombre preocupado en la correcta administración del señorío, reunió en 1623 al concejo para reorganizar todos los arrendamientos de sus bienes. Poco después ordenó al concejo la realización de un nuevo padrón del vecindario. En el invierno de 1634 falleció su esposa y sobrina, quedando como única heredera su hija Isabel Francisca, al haber muerto con antelación su hijo Juan. La muerte del marqués se produjo en 1636 aunque antes había iniciado diligencias para casarse con Dña. Leonor de Toledo y Benavides, parienta suya.

Isabel Francisca de Benavides (1636-1653)

Fue en principio su abuela paterna, María de Benavides, la que tuvo que tomar posesión del marquesado, ya que su nieta era menor de edad a la muerte de su padre. Hasta su muerte, la abuela llevó los asuntos de Isabel Francisca de forma bastante eficiente. Esta señora fundó un hospital en Baeza en 1637, pero su labor más destacada consistió en la unión de los marqueses de Jabalquinto y Villarreal con la casa del Conde-duque de Benavente mediante del matrimonio entre el conde de Luna, su hijo, con Isabel Francisca.

A partir de la segunda mitad del siglo XVII hay una fuerte pérdida de población en Jabalquinto debido a los abundantes fallecimientos que se produjeron, entre ellos fallecieron algunos servidores de los marqueses e incluso la propia marquesa, en abril de 1653, extinguiéndose así la línea directa de los Benavides.

El marquesado con los condes de Benavente

Cinco Benaventes se sucedieron a partir de 1653 y escasa la actividad bajo su dominio. Pasaron poco tiempo en el pueblo como consecuencia de la extinción de sus dominios. Con cierta peridiocidad nombraban administradores para que dirigiesen el marquesado y para la recaudación de las rentas. Terminaron la relación con este lugar con la venta de la finca del “el chaparral”. Compraron una parcela en Biarritz donde veraneaba por entonces la clase noble y construyeron un caprichoso palacete al que nombraron “Villa Jabalquinto”.


IV. AL SILENCIO DE LA PIEDRA SE GASTARON NUESTRAS VIDAS.

Varios son los edificios que ayer como hoy acompañaron las vidas de nuestros antepasados. Luces y sombras vivieron junto a sus muros. Alegrías y penas se diluyeron en sus interiores. Ilusiones y esperanzas forjadas en la fragua de la vida para ser lo que fueron.

El palacio de los marqueses, restaurado de forma afortunada recientemente, fue construido a finales del siglo XVI. Según Mateo Francisco de Rivas: “en el recinto del castillo, compuesto a lo mosaico de varios altos, patio de galerías y fortaleza en el centro, con sus torres y arcos, en la que está la mazmorra a la que fue necesario desmontarle su coronación y batería por lo quebrantada que quedó en el terremoto general del 1 de noviembre de 1755”. Continua diciendo el historiador local: “pudiendo gloriarse de haber nacido dentro de sus muros, la señora doña Antonia Quiñónez Cueva y Pimentel y Benavides en 1650, y en el de 1653, el Exmo. Señor d. Francisco Casimiro Antonio Pimentel, de la propia familia…”

Siguiendo el trabajo publicado por Dña. Ana Belén García Jiménez y Dña. Pilar Poveda Sánchez: “Enmarcan esta estructura un hermoso arco de medio punto sin remarcar la dovela central. En el plano superior y sobre la puerta aparece un balcón que parte el entablamento. Las jambas del balcón corren paralelas a las jambas de las puertas, es por esto y por la similitud que representa con los modelos baezanos por lo que pudieran ya haber existido desde el principio de la construcción, aunque a simple vista, se observan algunas reformas. El balcón está embellecido por una baranda de hierro forjado. Completan la decoración de esta portada dos escudos nobiliarios situados a ambos lados del balcón, sobre el entablamento en eje con las pilastras, labrados posiblemente con posterioridad. Estos escudos presentan una forma ovalada en cartela apergaminada, están sostenidos por dos tenantes y tienen colocada sobre ellos la corona condal. Representan los escudos de la casa de Benavides que define Argote Molina como los del león barrado”.

La Encarnación es un templo de unas dimensiones no muy exageradas. Se pueden distinguir a simple vista dos fábricas y dos épocas constructivas bastante distantes en el tiempo. La principal de las fábricas es de sillería y rodea el espacio de la nave, que a su vez está cubierta de una bóveda de medio cañón soportada por dos arcos fajones que se apean en sendos estribos. Tanto los arcos como la bóveda, de ladrillo, fueron construidos en tiempo del noveno prior, el licenciado Gabriel Jurado, allá por el año de 1642. Una monumental portada abierta al lado sur de la nave conecta con el interior del templo. Por su estilo, la portada recuerda diseños vandelvirianos.

La Ermita de Nuestra Señora de la Encarnación y San Juan Bautista fue construida por orden de la Sra. Marquesa Dña. Catalina de Rojas y Sandoval. La primera piedra la bendijo el que fuera entonces obispo de Jaén, Exmo. Cardenal de Sandoval, allá por el año de 1635; por entonces era cura ecónomo de la Concepción (hoy Encarnación), D. Francisco de la Fuente y Bergara. Esta pequeña ermita de estilo conventual, propio de la época, está situada extramuros de la antigua villa, cerca del palacio de los marqueses de Benavides y condes de Benavente. Se encuentra rodeada de una cerca de piedra de unos tres metros de altura. Su fábrica es de sillar y su planta rectangular. Su sencilla espadaña, de un solo vano albergó la única campana que convocaba a maitines a los jabalquinteños de entonces.

V. LOS QUE CURARON LAS ALMAS.

Al final del siglo XVI y hasta bien entrado el XVII, el hombre quiere creer, es imposible ser ateo en este siglo. La palabra ateo o ateísta no era más que el insulto mutuo de protestantes y católicos en su división de iglesias. Ateo es la religión del otro, pero ninguno podía asumirla en el sentido moderno, sencillamente, porque ese sentido no existía. Ateo era un insulto que causaba en el oyente un escalofrío, una palabra de grueso calibre; era, en rigor, todo aquel que no fuera papista. Por eso cuando alguien, con su fe intacta, se permitía la blasfemia de pensar, era asociado a un ministro del demonio, un supersticioso o un idólatra y sufría las consecuencias de la inquisición. Sin embargo, es patente la religiosidad de la mayoría de los ciudadanos, como demuestran los libros de registro bautismales, de fábrica y sobre todo el libro de la “Cofradía de Ánimas”, en el cual queda perfectamente reflejada la mala situación de los jabalquinteños de la época, por la incontable cantidad de limosnas que se repartían a la clase más desfavorecida.

En esta situación se hallaron no sólo los de aquí sino también los que desde otros lugares eran promovidos para curar las almas.

A continuación expondremos la lista de todos los priores que durante el siglo XVII trataban de acercar la Palabra de Dios y los Sacramentos a los feligreses de la iglesia de la Encarnación y algunos datos de interés, de la época de alguno de ellos:

1605. Alonso Vizcaíno y Mendoza. 3er. Prior.

1607. Dn. Juan Francisco. 4º prior.

1616. El Dr. Francisco y Medina. 5º prior.


1619. El mtro. Juan y Montoro. 6º prior.

1625. El licenciado Francisco de la Fuente y Bergara. Natural de la ciudad de Jaén. Fue prior de los Villares y de Villargordo de donde fue promovido a esta iglesia y fue su 7º prior. Tuvo comisión el Exmo. Sr. Cardenal de Sandoval, obispo de esta diócesis para bendecir la primera piedra de la Ermita de San Juan Bautista y Ntra. Sra. de las Mercedes extramuros de esta villa que se fundó en su tiempo, cuya licencia original y documentos que debe pasar a este archivo, está en el oficio de cabildo de esta villa.
Edificó la casa parroquial de la calle “del viento” que heredó Dña. Elvira del Moral y Ulloa, quien por su testamento cerrado que otorgó ante Bartolomé López Colmenero la dejó al priorato con la carga de una fiesta a la Natividad de Nuestra Señora.
Fundó dicho prior una memoria de una fiesta a san Francisco de Asís.
Murió en esta villa y está sepultado en sepultura distinguida que en aquel tiempo tenía esta iglesia para los priores.

1639. El mtro. Pedro del Valle. 8º prior. Fue promovido a San Isidro de la ciudad de Úbeda.

1642. El licenciado Gabriel Jurado. 9º prior. Fue promovido al priorato de Bailén y fue visitador general del obispado. Construyó la gran bóveda de ladrillo que hoy tiene la iglesia que estaba a “tejavana” e hizo la custodia y otras obras.

1649. El mtro. Juan Garrido de Arcos y Rus. 10º prior. Fue promovido al priorato de la villa de Jimena.

1656. El doctor Juan de Carmona. 11º prior.

1670. El mtro. Luis Mateo Garrido de Cabrera. 12º prior.

1672. El mtro. Dn. Valentín de Illescas Pelayo. 13º prior. Fue promovido al priorato de San Miguel de Andújar.
1675. Dn. Diego de Ulloa y Salto. 14º prior. Sobrino del prior Fuente. Fue promovido al priorato de Villanueva de Andújar.

1678. Dn. Bartolomé Jurado Lotario. 15º prior.

1680. El mtro. Francisco Antonio Marín. 16º prior. Natural de Jaén donde murió y está sepultado en San Lorenzo.

1682. El mtro. Cristóbal de Barrales Adalid. 17º prior.

1685. El mtro. Juan Francisco Troyano. 18º prior. Natural de Jabalquinto, prior de Tobaruela y beneficiado propio de la Iglesia Parroquial de San Miguel de Jaén, a cuyo priorato fue promovido. Fundó fiesta a San Agustín.

1690. El Dr. Dn. Miguel de San Martín Delgado. 19º prior. Natural de Jaén donde murió y está sepultado en la santa capilla de San Andrés.

1695. El mtro. Juan Francisco Troyano, segunda vez prior 20º. Murió y está sepultado en esta iglesia.



BIBLIOGRAFÍA Y DOCUMENTACIÓN.
Memoria Histórica de la villa de Jabalquinto Reino de Jaén. Mateo Francisco de Rivas y Soriano. 1816.

Jabalquinto, una pausa en la historia. SS.PP.Aproximación a la realidad socio cultural en Jabalquinto. 1992.

Historia del señorío y villa de Jabalquinto. Pedro A. Porras Arboledas. 1993.

Programa de fiestas. Ayuntamiento de Jabalquinto. 2001.

Archivo parroquial de Ntra. Sra. de la Encarnación. Jabalquinto.