jueves, 17 de abril de 2025

CRISTO DE LA HUMILDAD

  De las cofradías y grupos parroquiales existentes en la Parroquia de la Encarnación de Jabalquinto (Jaén), es la del Santísimo Cristo de la Humildad, una de las que gozan del mayor fervor y devoción de los feligreses.

Desconocemos el origen histórico de la cofradía, pero conocemos por boca de nuestros ancestros, las características artísticas de la anterior imagen desde, al menos, los inicios del siglo anterior y que ahora pasamos a describir: Efigie tallada en madera, de pelo natural; las manos, amarradas a una columna, con cordones de oro fino rematados con borlas del mismo oro, por lo que popularmente era conocido como “El Amarrado”.

De autor desconocido, el busto, de extraordinario mérito, coronado de espinas y adornado de tres potencias, símbolo de omnipotencia y atributo de divinidad, transmitía pena y dolor a quienes le acompañaban en procesión.

El tercio inferior de su anatomía se vestía de terciopelo morado, prendido a la cintura y adornado con elegantes bordados de oro.

La talla, desaparecida en 1936, fue sustituida por la actual en el año 1954.

 Algunos jóvenes del pueblo constituidos en grupo teatral, llevaron a escena, distintas obras, en el recinto del Colegio Público de “La Carrera”. Con el beneficio de su arte y el donativo de algunos fieles, viajaron hasta Madrid, acompañados de D. Francisco Álvarez Martínez, cura párroco, recientemente fallecido, para adquirir la actual imagen en una casa de imaginería religiosa de la calle “La Cruz”, por la cantidad de 12.000 pesetas.

El antiguo gallardete, que encabezaba el desfile procesional, exhibía la expresión: “Padeció bajo el poder de Poncio Pilato”.

Iniciada la década de los sesenta y como consecuencia de su deterioro, se sustituyó por el actual que así describimos: En tela blanca, sobre fondo de terciopelo rojo, un busto de Jesucristo coronado de espinas, en el anverso. En el reverso, bordada en oro, la siguiente inscripción: “Amarrado a la columna”. En su centro, el anagrama de Cristo y a sus pies, la fecha de su adquisición: siete de marzo de mil novecientos sesenta y seis.

El traje estatutario de la cofradía se compone de túnica blanca, cerrada de botonera y ajustada por banda carmesí; capa y capirote del mismo color. Por escudo o emblema, un óvalo que incluye bordados de una columna con el cristograma “J.H.S.” (Iesus Hominum Salvatus), prisionera de corona de espinas,  sustentada por cuatro golondrinas. 

 

miércoles, 16 de abril de 2025


 

HOY ES MIÉRCOLES SANTO

En el artículo sobre “Asuntos Religiosos” que el historiador local, Mateo Francisco de Rivas y Soriano trata en su “Memoria Histórica sobre Jabalquinto, Reino de Jaén”, podemos leer que la Cofradía de la Veracruz fue reformada en 1.777 y que “Tiene la misma, jubileo el día de la Exaltación de la Santa Cruz, en que se hace función magnífica, con comunión general, procesión y festejos”.

En dos ocasiones, por tanto, la Veracruz, efigie de Cristo Crucificado, recorría las calles del núcleo urbano en procesión; el primer día, el Jueves Santo y el segundo, cada 14 de septiembre. Así venía ocurriendo, al menos desde 1.777, con algún paréntesis histórico ocasionado por diversos motivos.

Desde 1.939, y hasta la donación en 1942, de una nueva imagen hecha a la parroquia por el matrimonio de D. Sebastián Arboledas Soriano y Dña. Ana Cabrera Martínez, se celebraría la procesión únicamente con la cruz.

La nueva imagen fue encargada en Valencia y sólo conocemos de boca de los familiares del matrimonio, que viven en la actualidad, que su autor era un excelente artista y que se entregaba a sus obras con sabiduría y maestría, sin levantar su cabeza de ellas. En otro momento profundizaremos en ello.

A finales de los años cincuenta o inicio de los sesenta, dejó de procesionar, la bellísima imagen por las calles del pueblo, coincidiendo con la llegada de otra nueva, venerada hoy con el nombre de “Santo Sepulcro” y conocida por todos como “Santo Entierro” y que lo hace el Viernes Santo, de la cual trataremos próximamente.

Entre 1975 y 1981, la Parroquia de la Encarnación, de nuestra localidad estuvo servida por D. Francisco Ortega Pulido, misionero y jesuita, de avanzada edad pero dedicado a ella en plenitud. En su tiempo, entre otros logros, y rodeado de un nutrido grupo de jóvenes, organizó un multitudinario viacrucis que recorría en silencio, cada Martes Santo, con la única luz que aportaban las velas, las distintas calles de la localidad. El solitario madero que antaño acogiera el cuerpo de Jesucristo crucificado sería portado a hombros de la juventud mientras que la imagen presidía el Altar.

En 1981 es nombrado párroco D. Francisco de Paula Agüera Zamora, quien se entregó mucho y bien a la pastoral de la juventud. Fruto de su celo y dedicación surgió un grupo del que nace la idea de volver a sacar en procesión la bellísima imagen de Cristo Crucificado, al que se le comenzó a llamar Cristo de la Expiración, tal y como hoy se conoce. Aunque sufriendo distintas reformas, en lo referente a su paso, actualmente realiza su estación de penitencia cada Miércoles Santo junto a la imagen de la antigua Soledad, ahora bajo la advocación de María Santísima del Dulce Nombre del Carmen en su Amargura y San Juan Evangelista, formando un monumental grupo escultórico.

martes, 4 de febrero de 2025

 



SAN BLAS, AÑOS ATRÁS.

“Por San Blas la cigüeña verás y si no la vieres: año de nieves”, dice el refrán.
¡Y San Blas abogó por nuestras gargantas!
-¡Vamos, que mi padre ya ha encendido la lumbre!
Susurraba Lorenzo, mi pequeño vecino, escoltado por sus hermanos, Juan y Andrés, mostrando su carita entre la puerta de cristal del estanco de mi madre. La alegría e inocencia de la niñez retrataban aquella expresión tan limpia.
Me calzo la gorra, agarro la bota repleta de vino tinto y bajo la cuesta abrazando a mi familia, evitándoles sentir la gélida brisa de “Palomarejo”. Me arrimo al fuego que Andrés, como cada año, había prendido con maestría.
Mientras arden las primeras ramas van acudiendo las mozas y los mozos: Paulita y Pedrín, Ramona y Juan, Antoñita y Juan Antonio y, hasta Martina y Ramón, venidos desde Barcelona, en tiempo de aceituna.
El mismo olor, el mismo calor y hasta el mismo sabor de ayer, nos acompañan en la fría noche jabalquinteña.

“Qué bonita está una parra
Con sus racimos colgando,
Más bonita está una niña
De catorce o quince años, Ay, ay”.

“Así me lo pongo al lado,
Así a lo bandolero,
Así a lo sevillano,
Ésta es la mujer que quiero, Ay, ay”.

Cantábamos, agarrados de la mano, y unidos danzábamos, tras las ascuas, del cerco de la hoguera.
Las miradas confidentes y las tímidas risas de los otros mozos y mozas que nos visitaban, se suceden, al tiempo que Paz y Mercedes entonaban al unísono:

“Eres alto y delgado como el hinojo
Y lo que tienes, de alto, tienes de flojo”.

“Eres más tonto, más tonto,
Eres más tonto que aquel,
Que llevó la burra al agua y la trajo sin beber”.

Las desatadas carcajadas atrajeron decenas de coplillas que calentaron lo festivo y lo divino.
-¡No hay prisa, mañana es domingo y hasta las once no nos espera don Pedro!, acerté a oír entre tanto dicho.
El Valle del Guadalquivir que alegra mi despertar, se oculta ahora, tras el velo de la madrugada.
La torre de la estación, como vigilante y tímida luciérnaga, delata en lontananza, un inmenso mar de olivos.

-¡Nena, saca las aceitunas!
No las probé más ricas; la receta y el cariño de mi querida María Juana se perdieron en el angosto callejón del tiempo.
“San Antón viejo y meón”, encargado de la protección animal que tantos bienes nos diera, señala con su santo índice los momentos de hoy que jamás olvidaré.
¡Qué buen picón nos regaló la madrugada!
Caldeará el sencillo hogar del vecindario, recordándonos que vivir es mucho más que un arte.

Antonio García Sanz
                                      Cronista Oficial de la Villa de Jabalquinto.